jueves, 2 de agosto de 2007

Deplorable

Escuchaba en el pendrive de una amiga una canción desconocida para la mayor parte del planeta, pero que coincidentemente ella, que estaba sentada junto a mí en esa banca que muestra realidades, conocía. Observé a la distancia, en una heladería, una señora que compró un cono de helado de grandes proporciones. El joven que la atendió, al servirle su pedido, lanzó un estornudo que fue atrapado con su hombro a unos cuantos centímetros del helado. De inmediato, al percatarse la señora de esto y de una forma muy alterada, comenzó a regañarle y a exigirle que cambiara el helado. El joven, un tanto nervioso, dijo a la señora que no podía servirle uno nuevo, ya que el recién servido no tenía nada. Después de unos minutos de discusión, la señora tomó le helado de muy mala gana y enojada lo arrojó al fondo de un basurero. Yo seguí escuchando música con mi amiga, haciendo oídos sordos a lo que acababa de ver. Manifesté mi emoción por el hecho de que ella también conocía esa canción que a mí me gustaba tanto. De pronto, en un acto realmente estremecedor, un hombre de aspecto deplorable grita de emoción, nosotros le miramos y nos damos cuenta de que está muy feliz tomando helado.

No hay comentarios: