Cuando todo iba viento en popa

Cuando todo iba viento en popa se desafinó la guitarra. Me avergoncé lo suficiente para que mis dedos comenzaran a temblar y debilitarse progresivamente hasta producir desagradables sonidos en el mástil. Pero eso no fue todo, ya que luego mi voz comenzó a flaquear y desafinar, y progresivamente me fui sintiendo cada vez más minúsculo y torpe frente a la muchedumbre. Para concluir, en un ataque amor y odio tomé mi instrumento y lo aventé sobre el público golpeando a un imbécil en la cabeza y a otro en una pierna, el hecho generó tal impacto que todos se abalanzaron sobre el escenario y atacaron mi cuerpo desgarrando cada centímetro de mi piel. Solo entonces pude sentirme pleno y satisfecho.